Cuarteto de Nos en Paraguay: la victoria de la emoción

Roberto Musso

Velada del 4 de abril en La Maison Saint Charles. Roberto Musso y su falso cuarteto (en realidad son cinco) volvieron al país para demostrar que el paso del tiempo no se viene sin un mar de historias, de cambios y nuevas sensaciones. Porque ni la agrupación más ingeniosamente simpática de la región se salva de la madurez natural que provoca la vida.

Luego del mágico preludio a cargo de Los Chamos del Momento y Bohemia Urbana, a la medianoche nos encontramos con un Cuarteto de Nos diferente al que se había presentado hace cuatro años en la estación del ferrocarril, con una actitud más relajada y canciones más personales, quitándole movimiento al espectáculo para dotarlo de mayor emotividad que la última vez. Basta con prestarle atención a la letra de “No Llora”, primer corte de su nuevo disco dedicado a su hija; en vivo este tema cobra un significado mucho más fuerte del que ya posee.

La verborragia de Roberto sigue intacta y la escupe con astucia durante todo el show desde la tríada inicial conformada con “El Aprendiz”, “Ya no sé qué hacer conmigo” y “El hijo de Hernández”, tema que provoca el mismo sentimiento de un cántico de hinchada. Luego se vino la temática distendida que acaparó gran parte del repertorio, las fieras del público fueron calmadas gracias al carisma de Santi Tavella que agarró el micrófono por primera vez en la noche para cantarse la cuasi cumbia, “Enamorado tuyo”.

Una de las particularidades del concierto se dio mientras interpretaron “Breve descripción de mi persona”, ya que en un par de fugaces ocasiones se nota que Musso se olvida de la letra y pide una ayudita del público, algo totalmente comprensible para un hombre que me cuesta creer que se sabe todas y cada una de las extensas letras de sus canciones repartidas en 14 discos de estudio. Sabe que no es perfecto, incluso se muestra vulnerable y se aconseja a sí mismo frente a un centenar de personas en el tema que lleva su nombre (“Roberto”), como una prueba más de lo personal que se volvieron las presentaciones del Cuarteto en su versión 2015.

Pero eso no significa que dejaron la diversión de lado, “Miguel Gritar” y el maldito “Invierno del 92” llegaron justo antes del bis para el delirio generalizado a cargo de una banda que se impuso el difícil reto de emocionar y lo consigue con astucia. Cabe destacar que en esta ocasión hubo un mayor protagonismo de teclados, a cargo de Santi Marrero (también miembro de la banda emergente Santé Les Amis), y no fue coincidencia ya que la mitad del setlist estuvo conformado por canciones de sus últimos dos discos donde la exploración pop del grupo estuvo más intensa que nunca.

Poco más de una hora y media es lo que necesita el Cuarteto para desconectarte de la realidad e imaginarte los escenarios que aceleradamente grafican sus canciones. Luego de otro par de intervenciones de Santi haciendo las de frontman en “Whisky en Uruguay” y “Pobre Papá”, y del ya conocido ritual de salir y volver al escenario, se aseguran el partido con el hit tan esperado de la noche, “Yendo a la Casa de Damián”.

La despedida quedó a cargo de la oda al egocentrismo sacada del disco Cortamambo, “Me Amo”, una canción que si la conociera Kanye West, la cantaría todos los días al levantarse (?). Este recital dejo en claro que la madurez les asentó bastante bien a estos señores irreverentes que no temen a la reinvención, gracias por compartir esta victoria con nosotros.

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